Estudiando
Hoy leo sobre la vida como tendencia,
y de la mano de Husserl y Ortega, y del mismísimo Javier San Martín, mi vida se
presenta ante mí sin rumbo. Porque nunca supe trazar planes, porque nunca pensé
en un futuro, porque no he sido capaz de pensamiento a largo plazo. Y elegí una
profesión por razones absurdas (estaba en mi ciudad, era de letras, conocía de qué
trataba), pero no porque pensara en un
proyecto de vida. Y terminé mi carrera sin haber pensado ni una sola vez qué
hacer con ella.
Creo que esto ha marcado mi vida,
porque frente a personas con proyectos, con meta, con trayectoria, con largo
plazo, yo soy como un barco que avanza por la niebla intentando no chocar con
las rocas.
Pero, por otra parte, no es
verdad que no eligiera unos valores. Yo me comprometí con la justicia, con la equidad,
con la palabra dada, con el compromiso y con la serenidad, y estas fueron metas
en mi vida. Pero no metas de trayectoria profesional. No digo que siempre haya sido así, pero
siempre lo he pretendido, y me he sentido bien cuando lo conseguía, feliz
conmigo misma, en paz, aunque estos compromisos implicaran la pérdida de
oportunidades académicas o laborales.
A veces veo a las personas que
han ido pasando por mi trabajo, que han salido de él buscando un sueño, un
ascenso, una posibilidad de proyección, y me dan envidia. Como envidio las aves
cuando las veo volar, aunque sé bien que no puedo agitar los brazos e imitarlas.
Comentarios
Publicar un comentario